Historia de México Unidad - 7 - "La reconstrucción nacional (1920 -1940)"

Del caudillismo al presidencialismo


A pesar de los esfuerzos por restaurar un orden constitucional posterior a la fase armada, los gobiernos emanados de la revolución vivieron una etapa de levantamientos preelectorales y conflictos entre grupos de poder encabezados por los caudillos; esta etapa abarca desde el gobierno de Venustiano Carranza de 1917 a 1920, hasta la reelección y muerte de Alvaro Obregón en 1928.

Con el Plan de Agua Prieta, que derrocó a Carranza, se alzaron los jefes sonorenses y Alvaro Obregón tomó el poder como presidente electo (1920-1924), tras un breve interinato de Adolfo de la Huerta, Obregón demostró su capacidad político-militar al impulsar la rebelión de Agua Prieta, primero, y al pacificar al país ya como caudillo desde el Poder Ejecutivo. Al construir un Estado nacionalista revolucionario, Obregón empezó por entablar un diálogo incluyente con los obreros y campesinos —con el gremio proletario consolidó la alianza del Estado y la Confederación Regional Obrero Mexicana (CROM)— clave para el futuro del modelo corporativista mexicano. También fue hábil para responder, en la medida de lo necesario, a los reclamos agraristas más radicales, como la lucha de los zapatistas —a pesar de que el general Zapata había sido asesinado en abril de 1919— y al mismo tiempo para amparar a grupos de hacendados y jefes revolucionarios que habían obtenido ciertas extensiones de tierra, e incluso a las oligarquías contrarrevolucionarias. Decretó la devolución de bancos a sus antiguos poseedores y pactó con porfiristas y huertistas.

En la órbita internacional, la estrategia de Obregón funcionó de manera semejante, ya que ante las presiones estadounidenses para que no se afectaran sus capitales, supo negociar el reconocimiento de su gobierno ante Estados Unidos con la firma del Tratado de Bucareli en 1923. A pesar de que el tratado de Bucareli no alcanzó un cáracter oficial, pues no quedó sujeto al dictamen del Congreso, ni en México ni en Estados Unidos, en esencia dicho acuerdo permitió a empresas petroleras norteamericanas conservar el petróleo de México en sus manos. Ahora las dos naciones presumían su amistad, que posteriormente se refrendó con el Tratado De la Huerta-Lamont, acuerdo en el que Adolfo de la Huerta, como secretario de Hacienda, reconoció la deuda externa que ascendía a 400 millones de pesos.

Otro aspecto del régimen obregonista fue la fundación de la Secretaría de Educación Pública bajo la rectoría de José Vasconcelos. Además el Estado impulsó una política cultural nacionalista cuya huella más evidente fue el muralismo que Vasconcelos patrocinó en grandes edificios públicos. Las obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco inmortalizaron la épica revolucionaria, los temas sociales y populares y las raíces indígenas de la nación. Vasconcelos complementó su misión educativa con la gran campaña de alfabetización y con la construcción de escuelas y bibliotecas.

Pero al finalizar el periodo de Alvaro Obregón, reapareció el estigma de la rivalidad caudillista, cuando Adolfo de la Huerta fue desplazado como sucesor por Plutarco Elias Calles. La rebelión huertista estalló en diciembre de 1923 y provocó otra vez la inestabilidad electoral, aun cuando fracasó rotundamente en su intento por tomar el poder. Obregón sofocó la rebelión y cedió el mando presidencial al secretario de Gobierno, Plutarco Elias Calles, para el periodo 1924 a 1928.


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